Aunque en un principio el texto está dirigido a peregrinos y viajeros, se trata de un salmo que toca uno de los temas más delicados y comunes que generan problemas y daños dentro de la iglesia: la murmuración.

Haciendo una clara alusión a la lengua humana como algo que puede generar incluso más daño que las armas, la biblia llama a los creyentes a ser pacificadores, por lo que, aunque el mundo esté en un constante desenfreno y no pueda controlar su forma de expresarse con respecto a los demás, el salmista refleja que su alma continúa buscando la paz dentro de la dificultad. Es por esto que se remite a hacer lo que siempre hace, que es acudir al Señor para contarle sus problemas y dificultades.

Este salmo es muy corto, pero tiene un gran significado vivo y eficaz para quienes desean encontrar una respuesta departe del Señor frente a las injusticias de aquellos que hablan sin reparar en los daños que sus labios pueden estar causando.

Contexto histórico del salmo 120

Este es el primero de lo que los judíos llaman los salmos de ascensión, que son un ascenso gradual que lleva como encabezado Shir Hamaalot. De acuerdo con la tradición, estos salmos eran cantados por los levitas mientras subían las 15 gradas del templo cuando este estaba en vigencia. Otros estudiosos indican que eran salmos para conmemorar la cautividad de los judíos en Babilonia, mientras que otros expresan que se trata de una ascensión gradual de normativas para ir ascendiendo en una escalera espiritual hacia la perfección de Dios. Es decir, que el ser humano sufriese una transformación desde su estado más básico hasta uno casi angelical.

En este sentido, el Hamaalot indica que el salmista debía cantar desde un tono muy bajo de voz y empezar a elevarlo a medida que va entonando. Así que intencionalmente, se esperaba que el pueblo entendiera en todos los sentidos, que debía iniciar una progresión lógica al iniciar el salmo, y que al terminarlo su carácter no debía tampoco ser igual.

En un principio, la anotación de “canto gradual” se tradujo como un canto para los peregrinos, pero en la tradición judaica implicaba un estado mental de alerta para un ascenso en cualquiera de sus escalafones, ya fuese espiritual, psicológico, social, económico o de cualquier otra índole. 

Esto quiere decir que al entonar estas palabras, el judío no solo esperaba quejarse delante de Dios, sino recibir una respuesta que le ayudara a madurar sus sentidos a un estado superior.

Análisis bíblico del salmo 120

Versículos del 1 al 4

El salmo inicia con el testimonio del salmista, que se convierte en una invitación para todos los creyentes. Él dice “llevé al Señor mis problemas, clamé a él y me respondió”. Lo cual es simplemente una revelación del carácter de Dios, que no cree que los problemas del salmista son muy pequeños, que se toma el tiempo de escucharlo en su clamor y preocupación y que le responde para darle la paz que necesita.

Entonces el salmista sigue diciendo las razones por las cuales clama al Señor, pide rescate de los embusteros y mentirosos. Entonces es correcto decir que el salmista se enfrentaba a la murmuración, habla de la lengua de otros, ¡pero también habla de la suya propia! Esto es porque reconoce que así como otros pecaron contra él por murmurar, él puede responder de la misma manera.

La comparación que se establece con flechas afiladas que atraviesan y queman generando dolor físico y mental. Las palabras hirientes, los chismes, las mentiras y las murmuraciones son tan fuertes contra el carácter y la integridad de un creyente, que el salmista le pide castigo a Dios para aquellos que se dedican a ello.

Versículos del 5 al 7

En una especie de letanía corta, el creyente se queja del dolor que sufre a causa de las murmuraciones. Es tan claro que dice que está cansado de caminar y sufre al tener que habitar lejos de su hogar por causa de los chismes y las mentiras. Finalmente, es una persona cansada de vivir entre aquellos que no buscan la paz. Al ser un pacificador porque la naturaleza de Dios reside en él, el salmista se siente cansado de estar rodeado de personas que no tienen interés en procurar la paz con sus iguales. De hecho, narra sus continuos esfuerzos por fomentar la paz, sin lograr ningún resultado positivo.

El salmista reconoce su naturaleza delante de Dios, por esto clama expresándole preocupadamente que él quiere conseguir la paz con sus palabras, pero esto no parece arreglarse sin importar lo que le diga.

Aplicación del salmo 120

Aunque un creyente se haya consagrado a Dios, se encontrará con otros creyentes y otras personas que van a tratar de afectar su integridad, su forma de ser e incluso su relación con Dios a través de palabras malsanas. En este sentido, el trabajo del creyente es simplemente buscar la paz, que es lo que el salmista hace. De hecho, sus quejas se notan como delante de un amigo, diciendo que simplemente no le ha sido posible conciliar la situación con ninguna de las partes involucradas porque, aunque esté buscando la paz, puede haber alguna persona que no desee que esta paz suceda por alguna razón.

El salmista, tal como cada creyente debería, pone delante del Señor sus quejas, pone incluso su propia lengua e intenciones y le dice con claridad a Dios qué es lo que desea de esta situación, porque sabe que Él puede rescatarlo.

Finalmente, una vez que ha clamado al Señor y le ha expresado su caso, es entonces hora de dejarlo en sus manos, esperar su respuesta y confiar en que Él va a arreglar todas las cosas para su beneficio. Siempre que el cristiano mantenga su integridad delante del Señor, este le dará la razón a su debido tiempo, si se trata de una calumnia, un chisme o una murmuración, Dios revelará la verdad cuando sepa que es mejor hacerlo y mantendrá protegido a su siervo mientras tanto.

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