Y allí estaba yo, finalmente, frente a frente, cara a cara, apenas a escasos metros de un animal cuya forma era muy cercana a una circunferencia, su piel era blanquecina y su abundante lana era más bien ligeramente amarillenta.
Por fin estaba contemplando, en vivo, una oveja. Era realmente emocionante. De hecho, todavía tengo por allí una foto que me tomé con ella. Antiguamente había leído sobre ovejas, había hablado sobre ovejas, había predicado sobre ovejas, había incluso cantado sobre ovejas, ¡pero todavía no había visto una!
Estando de paseo en Los Andes, al fin tuve la oportunidad. Y entendí por lo menos una cosa acerca de ellas: son muy temerosas. Cada vez que daba un paso hacia dónde estaban, ellas se alejaban. Si yo corría, ellas corrían también. Y pueden tornarse algo agresivas.
Así que el vínculo que ellas crean con el pastor es muy significativo. Siendo ellas tan indefensas ante los depredadores y diversos otros peligros, desarrollan mucha dependencia del pastor y obediencia a sus indicaciones.
De regreso, cuando leí el salmo 23, fue una experiencia nueva y valiosa para mí. Este es, junto con el salmo 91, quizás el salmo más conocido del salterio; llega a ser incluso uno de los pasajes más importantes de toda la Biblia. Y se trata de una oveja.
Una oveja temerosa e indefensa, incapaz de vivir por sí misma, que se siente orgullosa de su pastor.
Así que pude imaginarme gráficamente a esa ovejita temerosa, marchando con su pecho inflado, y de vez en cuando mirando al rostro del buen pastor mientras piensa: «Esto sí es vida…».
De seguro habrás leído y escuchado más de una vez el salmo 23, es momento de mirarlo más de cerca. ¡Y saborearlo!
Salmo 23
¿A quién no le gusta el salmo 23? Es realmente hermoso. Se ha dado en llamar «Salmo del buen pastor», y es básicamente el monólogo de un cordero que se siente seguro, protegido y amado por su pastor. Él presenta las razones de su seguridad, describiendo cómo el pastor le cuida y le provee lo que necesita.
Según su manera de ver, ningún otro podría compararse con su pastor. Y está convencido de que, junto a él, estará siempre seguro. La última estrofa, sin embargo, puede haber cambiado la figura de un pastor a un anfitrión hospitalario y generoso que brinda todas las atenciones a su invitado.
El salmo es notoriamente davídico, y hemos de pensar que sus años como pastor de las ovejas de su padre, y su experiencia como rey de Israel le proveyeron de la perspectiva adecuada para poder escribir tan hermoso canto, visualizándose a sí mismo como un cordero del buen pastor, y un convidado a la mesa del Rey celestial.
La estructura del Salmo se compone de tres cortas estrofas (vv. 1-3a, 3b-4, 5-6). Y su contenido está organizado de manera simétrica, o quiástica, donde los elementos a uno y otro lado del centro concuerdan en tema, enfatizando el mensaje del punto central. Podemos visualizarlo de esta manera:
A. La presencia del pastor (v. 1)
B. Las provisiones del pastor (vv. 2, 3a)
C. Las sendas del pastor: justicia y muerte (vv. 3b, 4a)
B´. Las provisiones del pastor/anfitrión (vv. 4b-6a)
A´. La presencia del pastor/anfitrión (v. 6b)
Con una estructura así, David está demostrando tener 3 temas principales en mente: la presencia del pastor, sus provisiones, y los caminos por los cuales le guía. Pero lo que desea resaltar es ese último punto. Conduce por sendas de justicia, pero también por valle de sombra de muerte; en ambos, puede andar confiado “porque tú estarás conmigo”.
Sin embargo, creo que en este salmo hay algo más allá que solamente un poema hermoso de dependencia, seguridad y fe.
Algunos estudiosos piensan que este salmo conforma una tríada con los salmos 22 y 24. Y como conjunto, cada uno tendría un enfoque escatológico que de alguna manera apuntaría a la obra del Mesías, en sus distintas fases.
El primero, el salmo 22, apunta a los sufrimientos del Salvador y a su abandono por el Padre. El salmo 24, por su parte, señala a la entronización de Cristo, resucitado y ascendido.
¿En qué se enfoca entonces el 23?
Se ha dicho que el salmo 23, en medio de ambos, es el «salmo de la tumba»; el inocente cordero de Dios está enfrentando la muerte. Entonces el salmo representaría la seguridad con la que el Salvador finalmente enfrentó la muerte sabiendo que su pastor estaba con él en el valle de sombra de muerte; no temería mal alguno.
Finalmente, Jesús se levanta y vuelve a la presencia del Padre, satisfecho, para morar allí en su casa por largos días.
Esta perspectiva añade un matiz diferente y todavía más amplio a la interpretación de este salmo. No se trataría únicamente de la vida de fe de un creyente que es apacentado por el Señor, sino que apuntaría más allá, a la experiencia del Cordero de Dios cuando atravesó por el valle de la muerte.
Ahora bien, por supuesto que este no es el significado primario del salmo. Eso queremos desglosar a continuación.
Explicación del texto
Jehová es mi pastor. La metáfora del pastor es muy apropiada para hablar de la relación entre Dios y el creyente, pues, expresa una dependencia casi total. Para apreciarla por completo debemos entender, por un lado, los peligros del desierto de Judea. Y por otro, que las ovejas son un poco torpes, y a menudo tercas y mal portadas; tampoco son ágiles y mucho menos capaces de alimentarse y defenderse.
El pastor está para guiar a las ovejas por lugares seguros, protegerlas, alimentarlas y atender sus necesidades. Y al pasar tanto tiempo juntos en la soledad, entre ambos se fortalece un sentimiento de mucho cariño.
Sin su importante figura, las delicadas ovejas están a la deriva, y prácticamente sin esperanza de vida. El símil de “como ovejas sin pastor” (ej. Números 27:17, 1 Reyes 22:17, Mateo 9:36), es muy diciente en cuanto a la patética situación de las ovejas que carecen de uno.
Así que Dios se presenta a sí mismo en varias porciones de las escrituras como el pastor, y a los hijos de Israel como sus ovejas (véase Génesis 48:15, Salmos 78:52, 80:1, 119:176, Isaías 40:11, Jeremías 23:4, Ezequiel 34, Miqueas 7:14, Lucas 15:3-7, Juan 10:1-18, Hebreos 13:20, 1 Pedro 2:25, 5:4). Por lo que esta figura no es nueva.
Casi todas las funciones que un pastor cumpliera con el rebaño, representan a pequeña escala lo que Dios hace con sus hijos amados. Enseña el camino por el que deben ir (Salmos 32:8), les alimenta física y espiritualmente (Salmos 145: 15-16, Juan 4:14, 6:54, 1 Corintios 3:1-3) les protege del mal y el enemigo (Juan 17:15), les conduce hacia lugares de paz (Jeremías 29:11, Isaías 58:11), sana las heridas del corazón (Salmos 147:3), provee de salud y bienestar (Éxodo 15:26, 2 Crónicas 7:14, Salmos 41:4).
David entendía que Dios era su pastor, pues, sin él, difícilmente su vida sería mejor que la de una oveja que vaga sola por los desiertos. Y, de hecho, él se siente inmensamente satisfecho por ser una oveja de Dios. Privilegiado, tal vez es la palabra adecuada.
Nada me faltará. Puede ser que haya pastores ineficientes o descuidados, pero Dios no es uno de ellos. La presencia del pastor en la vida de David le brinda la seguridad de que jamás faltará cosa alguna. Él hace su trabajo estupendamente, con gran cariño y solicitud.
Ojo. Esto no es una promesa, es un testimonio. El salmista ha disfrutado de los tiernos cuidados del pastor, y por eso afirma con seguridad que nada le faltará, pues no le ha faltado antes. Y cuando dice “nada”, es nada.
Todo el salmo continúa con la explicación de esta declaración.
Pastos y aguas. Por ejemplo, jamás faltarán los pastos y el agua.
No puedo imaginar otra aspiración superior en la mente de una oveja que la de vivir entre buenos pastos de reposo, descanso, pastos nuevos y frescos, deleitosos; quizás junto a un río apacible que le provea de abundante agua. ¡Eso sería para ella casi una mansión!
A veces algunos trechos de camino pueden tornarse muy áridos, rocosos y arduos para el tránsito de las pobres ovejas; en ocasiones el agua escaseará, o quizás su caudal sea muy fuerte como para estremecerles en lugar de darles sosiego.
Pero la oveja del Señor sabe que su pastor le lleva a pastos delicados donde podrá descansar tranquila de los agotadores viajes, junto a aguas tranquilas que propician un ambiente de paz y abundancia (ver tb. Apocalipsis 7:17). ¿Qué más puede pedir?
Esta escena revela muy bien el deseo del pastor de mantener bien atendidas las necesidades de cada uno de sus hijos, proporcionando descanso y reposo al alma. De la misma forma, nos muestra cómo Dios nos pastorea siempre hacia el lugar que deseamos y necesitamos, aunque el camino no siempre sea sencillo.
Sendas de justicia. David continúa diciendo que el pastor le guiará por sendas de justicia. El término traducido por “sendas”, se refiere a un terraplén, una pista, un camino espacioso, cómodo y plano que las ovejas pueden seguir sin dificultades. Es el camino por el que Dios transita, el camino de la justicia.
No es un atajo ni un callejón por en medio de las montañas, es una senda segura y aprobada. El que por allí le siga, avanzará confiado y seguro, porque prosigue tras la misma justicia de Dios. Otros salmos se hacen eco de una idea muy similar, como 5:8, 25:4, 5, 31:3; y a estos se une Proverbios 8:20.
El Señor es quien encamina por la ruta de la verdad y la justicia, y a cada oveja suya la lleva segura por esa senda amplia y sin atajos. El que camina por la justicia quizás recorrerá un camino más largo, pero su final es siempre feliz.
Y lo hace por amor de su nombre. Su fama está en juego, su prestigio. El pastor se esfuerza por hacer el mejor trabajo posible, como si lo hiciese por amor de sí mismo. La oveja puede estar segura que el pastor le conducirá por la senda correcta, pues, no lo hace solamente por ellas, sino también por causa de lo que él mismo es. Y “no puede negarse a sí mismo” (2 Timoteo 2:13).
Dios tiene que conservar su reputación, claro; pero más allá de eso, es simplemente que Dios debe actuar así. No sabe hacer otra cosa. Él es justo, es santo por naturaleza, él guía por la senda correcta siempre, no puede hacer algo distinto.
Es lo mismo que da a entender el salmo 25:11 “Por amor de tu nombre, Jehová, perdonarás también mi pecado”. Dios es así, misericordioso y perdonador, ¿se puede esperar que haga algo distinto? Por respeto y fidelidad a su propia persona, actúa como actúa con nosotros.
Y esa es una garantía que establece la confianza de la oveja. Así es Dios y siempre lo será, su pastor siempre le guiará por un camino de justicia.
Valle de sombra de muerte. Sin embargo, los caminos seguros de la justicia no nos eximen de atravesar por peligros de muerte. De hecho, a veces avanzar por el camino del Señor es lo que precisamente nos llevará allí.
El salmista reconoce que le tocará pasar por esos lugares tenebrosos. Habrá momentos para transitar en caminos espaciosos, habrá momentos para los ricos pastos y el río de aguas tranquilas, pero habrá también ocasiones para cruzar valles de sombra y peligro.
Se nos dice que quizás David tendría en mente el uadi Qelt, que es un tramo de 7km entre Jerusalén y Jericó donde las paredes tienen más de 450 metros de altura, y el paso en el fondo tiene tan sólo 3 o 4 metros de ancho. Salvo a cierta hora del día, la sombra prácticamente no deja ver el camino, y hay abundantes cuevas donde se refugian lobos y osos.
¿Cómo reaccionamos cuando nos toca pasar por estos aprietos? Él dice: “No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento” (v 4).
¿Por qué no temerá la oveja de Jehová? Porque cuando toque pasar por ese valle, el buen pastor seguirá estando a su lado.
No hay palabras tan dulces a mi oído que estas: “Tú estarás conmigo”. ¡Qué bendición! Qué reconfortante es saber que cuando Jehová es nuestro pastor, jamás faltará.
Y aunque las ovejas son muy temerosas, la oveja del Señor no saldrá corriendo. Mira al pastor, y cobra aliento. Dos elementos en especial que el pastor porta le generan refrigerio, su vara y su cayado.
Con su curva característica en la parte superior del madero, el cayado del pastor tiene muchas utilidades. Entre ellas, lo utiliza para rescatar ovejas extraviadas, sacarlas de algún foso, para librarlas de aprietos y guiarlas por el camino.
Por otro lado, la vara, con su punta de metal, la utiliza para defender al rebaño de las amenazas de los animales feroces.
Así que estos instrumentos que el pastor utiliza para el bienestar de sus ovejas, simbolizan también lo que Dios hace. Así como la oveja puede respirar aliviada, lo propio con el hijo de Dios. Puede tomar aliento y confiar en el valle de sombra.
Aderezas mesa. Ya sea que la imagen cambie a un salón de banquete real, o que prosiga la figura del pastor, la idea es la misma. Justo en la presencia de los que buscan causarle daño, Dios sirve a su invitado de honor un banquete espléndido.
Recordemos el caso de Amán. Quería destruir a Mardoqueo, pero todo lo que consiguió fue que lo hicieran desfilar por toda la ciudad como un héroe (Ester 6).
El Seños nos agasaja delante de los que procuran hacernos mal, y de hecho, en su misma presencia nos reviste de honor. Él es el Rey, y nosotros comemos a su mesa. Tal como Mefi-Boset, eso nos confiere una alta estima; pasamos de ser un perro muerto a ser un convidado en la mesa real. No cualquiera asume el riesgo de meterse con alguien así de protegido.
Cuando dice “unges mi cabeza con aceite”, el salmista se refiere a un gesto de hospitalidad que hablaba de la dignidad en que se tenía la persona invitada (Salmos 104:15). En Lucas 7:46 el Señor reprocha a Simón que no ungió su cabeza con el aceite más sencillo, mientras que María ungió sus pies con un perfume muy costoso.
Si el autor mantiene la imagen del pastor y su rebaño, ungir la cabeza con aceite tendría la intención de suavizar el daño de cualquier herida que la oveja pudiese tener en su rostro.
Finalmente, la copa rebosando es una señal de prosperidad. Una copa vacía habla de escasez, mientras que una copa que se rebosa es testimonio de abundancia y alegría (Cantares 7:2). David está diciendo que por causa de todos los dones divinos prodigados, está lleno de gozo y alegría, su copa de gozo rebosa.
También podría ser una alusión a las bendiciones materiales que, acogido en la casa del Rey, podía disfrutar. El Señor le había concedido todo lo necesario y más, por ello su copa rebosaba.
Moraré por largos días. Claramente, la invitación a su banquete no ha sido una ocasión esporádica. Más bien, el Señor desea que sus hijos sean invitados a su mesa todos los días de su vida.
David responde a ese deseo, y por ello “el bien y la misericordia”, las bendiciones materiales y espirituales, la prosperidad y la participación de la vida y el carácter de Dios, son descritos como siguiéndole doquiera va, siguiéndole durante toda su vida, pues Dios es su benefactor.
La presencia del pastor/anfitrión no solamente es una realidad y fuente de bendiciones ahora, es también la esperanza y la fe de David para el futuro.
Seguir a un pastor tan bueno como ese, y sentarse a la mesa de un anfitrión tal, es un privilegio; no tiene comparación. No sé tú, pero yo también quiero ser su oveja, su invitado, ¡y todo lo que haya disponible!
Encuentra aquí más recursos del Salmo 23. como el salmo en audio, para imprimir en pdf, etc.