explicación del salmo 85

Un disgusto puede suceder en cualquier momento. Un mal olor, una extraña página web con desinformación, esos momentos incómodos en las mesas de año nuevo. Muchas veces usamos la expresión «¡Trágame tierra!», dando a entender nuestro deseo de desaparecer por la vergüenza o el disgusto. 

En una situación parecida estaba el pueblo de Israel antes de proclamar este salmo. No se sabe con exactitud cual era el problema del momento. Posiblemente habían perdido una batalla, o estaban terminando una deportación. Cualquiera fuese la situación, este salmo presenta tres bases en su contextualización: 

  1. Dios escucha nuestra oración por la restitución
  2. Dios calma su enojo
  3. La misericordia del Señor es tan grande como su veracidad. 

En su autoría no hay mucho para esclarecer. La introducción: «Al músico principal. Salmo para los hijos de Coré» atrae diferentes puntos de vista. Entre los más populares, al parecer Coré escribió este salmo, con la mirada fija en su descendencia. Teniendo en cuenta el uso comunal de su escritura, se aprueba (aunque sólo en términos básicos) su autoría como incierta. 

1-3: ¿Por qué alabar a Dios?

Sin lugar a titubeos, en este tiempo existen muchas formas de adoración sin raciocinio. La cultura lleva a creer en la tradición como fuente principal de alabanza genuina, por supuesto, no es que no puede ser la tradición una herramienta para la correcta adoración, sino que se generaliza de forma indiscriminada cualquier cúmulo de enseñanzas, las cuales pueden no ser ciertas. 

El salmista, sin tener que abordar el tema como lo hacemos en este artículo, aborda el salmo con la parte principal de su alabanza, el porqué de su adoración. Jacob (Israel) estaba en cautiverio y Jehová propició su liberación. Esto no quiere decir que para alabar a Dios debemos esperar ser libertados de un país dictatorial o salir de nuestro yugo espiritual que nos encarcela. Lo que está promulgando el poeta es su fascinación por haber sido salvado, y este hecho pareciera ser tomado como un gesto de agradecimiento por permitir su libertad, lo que no es mentira, pero alaba a Dios por hacerlo, aunque no lo hubiese hecho, alabaría a Dios rogándole su libertad y paciencia. El gran problema radica (y el salmista lo sabía) en ponerse a dar gracias, clamar o rogar a otros dioses o meros humanos.

Jehová dirigió la tierra para su desencadenamiento debido a que recibió y aceptó el perdón de su pueblo. No se puede pasar por alto el segundo versículo al decir esas palabras. El Señor los amaba con todo su corazón, los trataba como sus hijos más especiales, no obstante, tomar decisiones equivocadas amedrentó la relación vertical con Él, atrayendo caos sin escrúpulos. Para permitirse recibir la ayuda de Dios, era necesario una cosa «cubrir los errores».

Puede sonar poco decoroso y hasta falso ¿Acaso cubrir los errores no es falta de valentía? ¿no habría más bien que enfrentarlos a capa y espada? A la verdad sí, pero cuando el Señor perdona nuestra maldad, por nosotros mismos no podemos taparla, cubrirla, ni siquiera olvidarla ¿qué podemos hacer? Muy sencillo, dejársela a Dios. Él se encarga de colocarnos nuestras vestiduras blancas, poner puro y limpio nuestro corazón, blanco como la lana. De esta forma cubrir los pecados se torna en una experiencia de transformación, no en un una excusa para seguir en la misma concupiscencia. 

Ahora, si Dios se molesta tanto que castiga a sus hijos es un tema muy bueno para otro artículo. Basándonos en este capítulo solamente, podemos decir que gracias al verso tres, hay una relación de ira de Dios con el castigo recibido por Babilonia. En resumidas cuentas, para los israelitas el sufrimiento venía de Dios, pero no por capricho o por ser un ente amador del dolor a sus criaturas, sino por la causa de la desobediencia, el efecto es a merced de la sabiduría humana, más que imperfecta e indeleble superficie ante la alta mar. 

vv 4-7: ¡Libéranos! 

El entendimiento de Dios para el pueblo del salmo —aunque desobedientes— era profundo. Pedir restauración, como lo hace en el versículo cuatro, implica dos cosas: 1. Sé que estoy en un punto de muy baja postura 2. Sé que tú eres la persona indicada para restaurarme. Este pedido implica un conocimiento previo del poder de Dios para restablecer no sólo el bienestar social de una nación, sino la compostura de cada casa en ella. Por ello, este pedido no es por una cuestión de liberación en concreto, para un momento determinado de esclavitud, sino para ser «librados» de las consecuencias de haber padecido mucho tiempo en el deterioro social, lejos de la tierra prometida. 

Todavía siendo capaces de escoger con total autonomía su camino, tras aprender la lección por total malas decisiones, no pretenden pisar otra vez en contra del Altísimo. Mejor le preguntan en el verso cinco: «¿Estarás enojado contra nosotros para siempre?…» Sentir la amargura de Dios no tiene comparación. Es estar vacío y además, buscando cualquier otra cosa en el mundo para llenarlo, pero es imposible. Tanto así que ni la libertad física les dio la verdadera razón para volver a la tierra prometida, porque sin Dios esa tierra no tenía nada de especial. Era la presencia, el ambiente, el humo que encerraba el templo en su presencia la verdadera lógica sobrepuesta en la diversificación de éxito en la mente humana. 

Estas preguntas de los versículos cinco y seis, tienen una referencia existencial en cada vida humana. Al estar en el cautiverio, alcanzamos a ver lo que realmente Dios nos estaba pidiendo, y que todo era con el único objetivo de cuidarnos. Desobedientes, vamos arrepentidos a sus pies, nos perdona, nos limpia y cubre con vestiduras blancas, no obstante, estando aún en este mundo las consecuencias no se borran tan sencillamente. El trabajo debe volver a realizarse, hemos de volver a poner nuestro cuerpo a servidumbre divina, a veces tocará comenzar desde el principio, paso a paso retomando de nuevo aquello que nos parecía «leche cristiana», quizá se vuelva nuestro alimento sólido un tiempo. A esto Dios no le desagrada, siempre y cuando nuestro corazón lo haga realmente entrega a Él. No es exactamente su ira como lo expresa el Salmo, sino su paciencia con nosotros, lo cual pudieras determinarlo como las consecuencias de su ira a nosotros. 

vv 8-13: Un instrumento de buenas nuevas

Después del ruego quebrantado de este salmista se dispone a esperar, con calma, quietud y paciencia la respuesta del Señor. Porque al final, es más relevante para nuestro problema determinar si Dios quiere brindarnos la solución o no. Pocas palabras como «paz» (shalom) tienen una riqueza de significado en el hebreo tan dulce. El poeta guarda toda su incertidumbre en una respuesta, no se altera, ni se inmuta apresuradamente a dar conclusiones de lo que puede ser que Dios dirá, él espera, porque reconoce la Palabra de Elohim como las únicas capaces de producir shalom en él y en la nación. Sin contar la esperanza humana de no volver a cometer los mismos errores, no tanto para no transitar por el mismo disgusto, más bien para no volver a enfurecer a Dios. 

Encallando su plena seguridad en el versículo nueve de la gloria pronta y venidera, sus esperanzas se entrelazan en bienestares terrenos, no para su propia ostentación como en el pasado, sino para la gloria de Dios. 

El verso más relevante

Este capítulo tiene un versículo que ha tomado por sorpresa, asombro y estudio riguroso a muchos catedráticos en el área de los libros poéticos de la Biblia, justamente el verso diez de este capítulo es uno de lo más resaltantes en la literatura judeo-cristiana moderna. 

«La misericordia y la verdad se encontraron; la justicia y la paz se besaron» Cuatro atributos atribuidos a Dios en toda su Palabra, condensados en un verso, veremos cada uno:

  1. Misericordia: para muchos la zona más resaltante del carácter de Dios. Este atributo divino refleja el dar inmerecidamente el perdón a quien ni siquiera lo pide, a quien el castigo merecido no se le puede justificar. Más que pagar una deuda, es saldar una demanda legítima. No salta las reglas, ni las consecuencias de la misma, más bien las asume al pie de la letra.
  2. Verdad: ¿qué es la verdad? Si Dios es verdad ¿qué problema existia con la misericordia? Es que la verdad, al no mentir asume fielmente las cosas como deben darse. No es contraria a la misericordia, pero es la verdad quien reconoce al culpable y sabe perfectamente el castigo adecuado. Parece ser cruel, no obstante, es una muestra también del carácter innegable de Dios, porque sin verdad, la misericordia sería un capricho. 
  3. Justicia: un Dios justo es más necesario que cualquier otra cosa en el mundo. Pensar en lo que debe haberse correctamente y llevarlo a cabo de la forma exacta, sabiendo que el pago es el merecido sin titubeos, sin tomar represalias a priori, sino ser justo hasta con la misma conciencia, es de asumir que Dios es así. Un ser tan pleno en sus características naturales que nos cueste imaginarlo. 
  4. Paz: la consecuencia de la justicia. Si no hay paz, es porque la disputa no tiene una conclusión razonable o no hay algo o alguien que pueda dar un veredicto final. La paz besa a la justicia en un momento preciso, cuando el culpable sufre su castigo y el perdón es consumado. 

Para muchos la dificultad de estas facultades es titánica, menos mal que Dios es más grande que las montañas y sostiene sobre sus hombros todo lo que conocemos. En él se reflejó cada uno de estos aspectos. Al ser Jesús llevado a la cruz, su misericordia se determinó al llevar nuestros pecados, asumió la verdad de nuestras vida errantes, recibió el justo castigo por nuestras faltas y nos dirigió a la paz que en el mundo estaríamos a ciegas buscando. 

Tendríamos que retomar nuevamente este capítulo desde esta perspectiva. La unión de lo justo y lo empático es difícilmente entendible, pero (solo por dar un ejemplo) el juez Frank Caprio, en Rhode Island, Estados Unidos. Se hizo viral en internet por tener una manera muy particular de llevar a cabo sus veredictos, desde perdonar algunas multas que bien, pueden ser justificadas, como colocar a los hijos de los padres a recibir su condena según las establecidas en la ley. Para ello solamente se coloca en los zapatos de las personas que tienen alguna demanda con el estado y empieza a buscar la verdad. Pudiéramos decir que deja algunas personas sin su multa penalizable, pero ninguno sale sin aprender algo nuevo. La empatía enseña a muchas personas lo que una multa jamás haría, a amar. 

Dios lo hace desde una esfera mucho más amplia y destinada a millones de personas, ese «beso» de la justicia y la paz conlleva acciones determinadas por un amor puro, un amor de 1 Corintios 13. 

Los versos 11, 12 y 13 tienen una similitud en consonancia con el versículo diez, pudiera tornarse como una expansión de su significado. La poesía se traslada a la naturaleza, mostrando el resurgir de la verdad por la tierra y la justicia como un satélite que mira desde los cielos. Revela la falta que había de fructificación en la zona según en el verso doce, donde ve la tierra siendo fructífera después que Jehová le de el bien. 

A lo define su próximo caminar como una sucesión de pisar la huella ya marcada, como si estuviera andando sobre arena, dando pasos certeros, porque ya alguien más pisó allí. 

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