explicación del salmo 28 nube de palabras

Recientemente alguien conversó conmigo y me comentó el dilema que está viviendo su pareja.

Según me dice, su infancia no fue nada fácil. Desde los 5 años le tocó vivir en la calle, pasó por muchos hogares, nunca conoció el amor y el afecto de sus padres. Su vida fue una vida de carencias, de permanentes necesidades, de dolor y sufrimiento.

Pasado el tiempo lo conoció a él, y se sorprendió de la felicidad que lo caracterizaba. Él era una persona alegre, jovial, chistosa; pero ella solo tenía momentos esporádicos de alegría y risa, para luego sumirse nuevamente en la tristeza.

Así que con él encontró algo de lo que le faltaba.

Hace un par de meses ella tuvo que salir de la casa porque vino de visita la ex esposa de mi amigo, y madre de sus hijos, e iba a quedarse allí; lo que haría la convivencia muy complicada.

Desde ese momento hasta la fecha su situación ha sido caótica. Pasando necesidades con sus dos hijos, sola, sin encontrar un lugar donde vivir en paz al menos por un tiempo.

Él me comenta que a esta altura ella está renegando de Dios. Alega que no puede entender cómo es que Dios no la ayuda, a pesar de sus oraciones y ayunos. Se siente abandonada por Dios, y eso le invita a dudar de su propia existencia.

Dijo que ya no orará más, ni creerá más, porque si acaso Dios existe, ha demostrado que su vida no le interesa.

El detalle con eso es que la misma Biblia nos relata de personas que vivieron en carne propia esta clase de “silencio” de Dios. Y yo no voy a ser quién le va a defender, pero la Biblia y la historia testifican que cuando Dios no responde, (entre tantos motivos) es porque hay lecciones más profundas (concernientes a la vida eterna) que precisamos entender.

Si en lugar de asumir la posición del que juzga, abrimos por completo nuestro corazón a Dios y tomamos el lugar del que aprende, podremos escuchar la voz de Dios que consuela y ver su mano que obra.

Muchos salmos nos enseñan esta lección. Entre ellos, el Salmo 28.

Salmo 28: significado

El retrato que surge de este Salmo es semejante a un hombre (posiblemente también el “ungido”, el rey) que se halla en una grave situación de peligro, y ante sus ruegos Dios permanece en silencio.

Observo dos posibles opciones para el marco situacional: 1) en la primera el salmista clama a Dios por sentirse arrastrado a participar de los pecados de aquellos que no atienden a los “hechos de Jehová”, y cuyas vidas finalmente Dios arrebatará: su destino será el sepulcro.

Entonces el poeta ruega a Dios con desesperación que no le permita caer en el error.

Dentro de esta propuesta la frase “llegue a ser semejante a los que descienden al sepulcro” (v. 1) se referiría a la tentación del salmista a participar de las prácticas de aquellos que finalmente perecerán por su desobediencia.

Otra alternativa es que, debido a la utilización aquí del sustantivo hebreo bor (“pozo”, “cisterna”, pero también en algunos casos es sinónimo de “sepulcro” ej. Salmo 30:3), pudiera estarse refiriendo a un profundo descenso espiritual.

Una segunda opción situacional nos sugeriría un gran peligro de muerte; donde los malos y los que hacen iniquidad tienen algún papel protagónico (se ha sugerido el factor de la traición en el verso 3b). Debido a eso el salmista clama para que el Señor libre su vida (sería el sentido de “ser semejante a los que… v. 1), y dé su recompensa a los perversos.

En este comentario nos inclinaremos por la primera propuesta. El salmista, atribulado por la tentación, pide a Dios que lo saque de semejante peligro, temiendo que si él le deja solo en esta coyuntura, su vida llegue a ser como la de los malvados.

El salmista se separa de los infieles trazando una línea diferenciadora entre él y ellos en los versos 3 al 5, y pide a Dios que les dé lo que merecen. Dramáticamente ve la respuesta de Dios que escucha sus ruegos, y recibe la ayuda que tanto pedía.

Todo parece indicar que la respuesta no llegó inmediatamente, pues el poeta se queja de desatención por parte de Dios (v. 1). Y a esto se suma la mención de “ruegos” en plural (v. 2).

De manera que David también experimentó por momentos la soledad, el silencio, y en ocasiones llegó a pensar que Dios se había desentendido de él. Pero pronto comprobó que el Señor jamás abandona. Su silencio tiene una razón.

El salmista perseveró en oración y más temprano que tarde pudo gozarse con cánticos a Jehová por ser su “fortaleza” y su “escudo”.

¿Por qué Dios a veces demora en contestar? Habría muchas cosas por decir. Pero solamente analiza cuántas cosas está dejando de aprender un niño, cuánto está dejando de desarrollarse como persona cuando todo lo que pide se le trae en el instante a sus manos.

Lo mismo sucede en la vida espiritual. A veces Dios está trabajando para hacernos ver cuál es nuestra verdadera y gran necesidad (él); satisfecha ésta, podrá darnos con ella lo demás. Otras veces nos proporciona la oportunidad de seguir clamando, para que crezcamos en fe y confianza.

Las variables son muchas. Nuestro deber es escuchar, creer y obedecer. Si estamos dispuestos a esas tres cosas, si hacemos esas tres cosas, y perseveramos en esas tres cosas, pronto veremos la mano de Dios.

La originalidad de este Salmo radica en su poca adaptabilidad a un género específico. Y su estructura la dividimos en una crítica invocación personal (vv. 1-2), una crítica petición (vv. 3-5), victoriosa alabanza (vv. 6-7), y oración colectiva (v. 8-9).

Salmo 28: Explicación del texto

Salmo 28:1-2 explicación

Cuando alguien participa en ¿Quién quiere ser millonario? Imagino que ya lleva uno o varios nombres de amigos como candidatos a llamar al momento de elegir el comodín llamar a un amigo.

De seguro no elegirán a la persona (o las personas) en base al cariño que les tienen, o lo amistosos que son, o a la cantidad de veces que les han brindado, sino en base a su conocimiento y capacidad para responder la pregunta.

Al considerar la pregunta, ya sabrán a quién deben llamar para recibir una respuesta correcta.

Algo similar le sucede al salmista en esta circunstancia de su vida. Tiene su mente clara y los pies sobre la tierra; de antemano conoce a quién va a acudir: “A ti clamaré, Jehová. Roca mía” (v. 1).

Jehová es su roca (Salmos 18:2), su seguro, su amigo confiable, su as bajo la manga. Y en medio del aprieto no tiene ninguna razón para acudir a otro lugar, a otra persona, y mucho menos a otra divinidad.

David confía en Dios, y pese a su patente desatención, él entiende que debe seguir clamando. Sin embargo, le pide urgentemente que no continúe en silencio.

¡Qué desesperante es necesitar una respuesta y escuchar silencio! Pero Dios siempre responde. Hay que aprender a discernir la respuesta del Señor en su silencio.

David implora a Jehová que no permanezca más al margen de la situación. Y nos da la razón: si me dejas, llegaré a ser semejante a los que descienden al sepulcro. Expresión similar a las de Salmos 88:4 y 143:7.

La causa es peligro de muerte, evidentemente. Pero, ¿de qué clase? Es extraño que el Salmo dedique dos versículos para hablar de los enemigos, pero en ellos no se lea ningún tipo de agresión o persecución de parte de ellos al salmista.

Entonces, ¿cuál es el peligro que está llevando al salmista al borde de la muerte?

Como señalamos en la introducción, nos inclinamos a pensar que se trata del peligro de la tentación. La tentación en sí misma es un peligro de muerte, pues, al ser arrastrado por la corriente de este mundo al mal, el salmista se expone a la condenación del pecado.

Él estaría llegando a ser semejante a aquellos que debido a sus hechos, su desprecio de Dios y su desobediencia, están eligiendo la muerte y no la vida.

Así que el salmista reconoce que se siente atormentado, y entiende que solo Dios puede darle la fuerza para soportar esa situación tan angustiosa. Él no quiere caer en el pecado, pero tampoco dispone de la fortaleza suficiente para permanecer fiel. Así que clama.

Y en el verso 2 pide a Dios que escuche sus ruegos, mientras alza sus manos hacia el templo. Los israelitas (y los judíos todavía) tenían la costumbre de orar mirando hacia Jerusalén; y dentro de Jerusalén, hacia el templo.

El acto de alzar las manos (común en la adoración judía) representa físicamente una realidad espiritual (pues el judío involucra lo espiritual, lo físico y lo mental en adoración).

El mendigo extiende sus manos porque necesita. De la misma manera el hombre extiende sus manos a Dios: como símbolo de su búsqueda y su necesidad.

Salmo 28:3-5 explicación

Entonces el salmista pasa a expresar a Dios sus peticiones, que se resumen básicamente en dos: 1) no me arrebates juntamente con los malos; y 2) dales a ellos su merecido conforme a la obra de sus manos.

La razón de estas peticiones es básica. El salmista necesita trazar una línea divisoria entre él y los malvados que hacen iniquidad, que actúan y hablan con hipocresía, traicioneros, perversos, indiferentes a los hechos de jehová y sus obras.

David no desea tener parte alguna con las maldades que ellos practican y sus consecuencias, por eso pide a Dios que no le arrebate juntamente con ellos. Y en este pedido relacionado con el fin de su vida, está implícita la súplica para que Dios le ayude a permanecer firme del lado del bien y la justicia. ¡Cuántas veces inocentes han caído por estar en compañía de los malos!

El salmista reconoce el principio de la retribución, y entiende que los malos finalmente recibirán lo que merecen porque la palabra de Dios así lo ha dicho. Los malvados son enemigos del gobierno divino.

Así que el salmista entiende cuáles serán las recompensas de sus hechos, y por eso su clamor por justicia no es motivado por sus propios intereses, sino por su celo de la causa de Dios. Le dice: «tú destruirás a los malos, y yo no quiero estar con ellos».

El mayor problema de estos enemigos de Dios es que no han prestado atención a las revelaciones que podrían salvarles del mal camino. No han atendido los hechos de Jehová, ni tampoco a la obra de sus manos en la naturaleza y la historia.

Por haber sido ellos ciegos a la voz divina, y habiéndose rebelado contra él, Dios “los derribará y no los edificará”.

Esto es una lección para todos nosotros. Dios no sancionará ni prosperará los planes de aquellos que se rebelan contra sus principios, engañando, mintiendo y pecando deliberadamente.

Por eso, en lugar de permitir que el mundo nos seduzca en esa dirección, hemos de alzar nuestra voz. Debemos clamar al Señor. No podemos permitirnos complacer los deseos y las intenciones de nuestro corazón.

Hay que clamar con nuestras manos alzadas, hasta recibir en la roca eterna refugio de salvación.

Salmo 28:6-7 explicación

El salmista recibe una maravillosa y dramática respuesta del Señor. La oración, cuanto más perseverante y angustiosa fue su pronunciación, tanto mayor es el gozo y la euforia al ser respondida.

Eso hace de esta respuesta del Señor algo especialmente dramático. El salmista dice “¡Bendito sea Jehová, que oyó a la voz de mis ruegos!” (v. 6). Una oración contestada arranca del corazón esta emotiva alabanza.

Entonces el salmista declara que Dios es su fortaleza y su escudo, alaba a Dios por ser su defensa del pecado y la muerte. Y pronuncia una frase que sobrepuja la belleza de la anterior: “En él confió mi corazón y fui ayudado, por lo que se gozó mi corazón. Con mi canto lo alabaré” (v. 7).

David tenía por seguro que la respuesta a su gran necesidad era su amigo Jehová. Confió en él con todo su corazón, perseveró en sus clamores, no permitió que el desaliento o la desatención lo desanimaran, y recibió la ayuda que pedía.

Ahora su corazón ya no clamaba. La misma boca que se había abierto para orar, ahora se goza y canta. Eso sucede en la vida de las personas que deciden no renegar de Dios, sino aprender de las lecciones que el Maestro divino se propone enseñar.

Tarde o temprano, la respuesta llega, con ella la alegría, y el gozo se superpone a la angustia anterior.

¡Qué sabio y bendito es el Señor!

Salmo 28:8-9 explicación

Finalmente la perspectiva únicamente personal del Salmo da paso a una oración por el bienestar de su colectivo. En el verso 8 el salmista profesa su fe en Dios como la fortaleza de su pueblo, así como ha sido el refugio salvador de su ungido.

Y culmina pidiendo a Dios que salve a su pueblo, bendiga a su heredad (que es Israel, Deuteronomio 9:26), los pastoree y los sustente para siempre. Es una imagen similar a la del pastor del Salmo 23, que cuida, guía y provee para sus ovejas.

De la misma manera, Dios guiará y protegerá a cada uno de sus hijos que desea y clama por la fuerza y el valor para enfrentar el mal de este mundo, y permanecer firmes del lado de la justicia y la fe.

No te angusties, cuando Dios parece guardar silencio, en realidad está tramando algo maravilloso.

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