explicación del salmo 80

Una plegaria no es muy común en este tiempo. Sea dirigida a Dios, ente divino o persona física, ir a postrarse delante de una concepción mayor que el ser humano (muchas veces pensada como fantasía) parece una locura con tantas ideas antropocentristas cursando en el mar de las cosmovisiones.  Actualmente la ideas nacionales rondan en economías flácidas, corrupción o despotismo, y por eso sin lugar a dudas, existe. No obstante, cualquiera sea el problema, toparse con artistas expresando la necesidad de que Dios vuelva a mirar hacia sus hijos y resplandezca su rostro sobre ellos, puede verse descabellado. 

Este año han ocurrido muchas impresiones discordantes a esta delimitación anterior. Por la pandemia del COVID-19 y gracias a los medios en conjunto con el internet, se observan miles de personas (sobre todo entes de salud) arrodilladas en calles, avenidas y aceras rogando por la protección de muchas vidas sufrientes. Algo parecido sucedía en esta época. Asaf compuso en una época de tragedia nacional, el enemigo parecía el más grande de la lista, pocas veces se enfrentaban a situaciones tan comprometedoras, sin embargo, su fe no desmayó.

Como su estructura es disonante, extraña a comparación de otros salmos del mismo autor repartiremos por los eslabones parecidos en su escritura, estos son los versículos 3,7,14 y 19.

vv. 1-3:

A diferencia de los salmos pasados, comenzamos directamente con la titulación de Dios como pastor. Una imagen un poco complicada de asimilar para personas que nunca hayamos tenido la oportunidad de hacer pastoreo u observar el trabajo completo de un pastor. No es fácil, aunque muchas veces se tenía como la labor para el hijo menor o el menos capacitado, al momento de reconocer como peligroso, tenía y sigue teniendo mérito. Siendo el cuidado de las ovejas parte fundamental para mantener la casa familiar, su esfuerzo es recompensado con bienes, comida y mejoría de vida. Se pelean con animales salvajes por las ovejas, buscan por distancias prolongadas el mejor pastizal, el agua más limpia y una de las principales responsabilidades sería: crear un lazo afectivo con el rebaño.

Dios no escatimó en nada para crear una relación creador-creatura con Israel, por generaciones había demostrado amar profundamente cada oveja. Cuando vino a esta tierra mostró el invariable e inmutable amor al ir por dejar las 99 ovejas por aquella que estaba perdida. Su exclamación va acompañada de enfatizar cual Dios. La expresión: «Que estás entre querubines… » remonta al santuario, al arca de pacto donde se entendía la presencia de Dios como su trono en esta tierra. 

Reconocer el poder de Dios en nuestra vida es altamente necesario en todo momento. Así hizo este cantor en el versículo 2, rogó por este pedido. Cada versículo termina con las dos palabras motif de este capítulo: resplandecer y salvar.

«¡Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos!».

vv. 4-7:

¡Ya está bueno! ¡Vas a seguir con lo mismo! Son expresiones comunes en conversaciones un poco jocosas o subidas de tono. Es probable que las hayas dicho alguna vez o quizá con mucha frecuencia. El cantor utiliza una frase muy parecida en su sentido semántico, también concebida en el salmo 13 «¿Hasta cuándo…» y es que para el autor, Dios era el originador de todo este sufrimiento, sea por su acción directa o su permisividad a los sucesos. Sus metáforas abordan la tristeza con una profundidad pocas veces vivida por una nación actual, es un desarraigo emocional nacional, las prosas se encuentran en plural, es un dolor en conjunto, colectivo. Comer pan de lágrimas ejemplifica estar día tras día en constante sollozo, abrumación y desesperanzado. 

Los vituperios asemejados a burlas indiscriminadas y en casos plausibles como deshumanizados son alarde de la decadencia moral. El trato nazi a los judíos, el racismo, esclavitud, xenofobia, misoteísmo consecuencias de un libertinaje pervertido por la mente humana sin Dios. No hay que profundizar demasiado en la imaginación para sopesar cómo estarían de hartados los israelitas para decirles al Señor«…nuestros enemigos se burlan entre sí».

Concluye con las mismas palabras esta sección imaginaria de la literatura poética:

«¡Haz resplandecer tu rostro y seremos salvos!». 

vv. 8-19:

Del verso 8 al 11 se concentra la historia de Israel desde Egipto hasta su entrada a Palestina. En cierto sentido patriótico, entiendo su llegada a tal lugar por orden de Dios, no de un hombre, por esta razón espera ver pronto la respuesta del Hacedor por su cometido, para él todo lo que tienen es producto de su estrecha relación con el Dios verdadero, sus esfuerzos, ideas e ingenios tienen un principio objetivo: alabar a Dios. Por dicha razón, este reencuentro de experiencias tiene una idea detrás, la de rememorar los hechos pasados de soberanía divina. 

Al comienzo del versículo 12 nos sigue mostrando claves del porqué de su sufrimiento, sencillamente tienen la noción del abandono de Dios en su patria. Por supuesto, esto tiene una razón, no es un capricho. Antes de aceptar el motivo de sus dolores, asume correctamente su flaqueza ante los demás. Históricamente Israel no ha sido una potencia en ninguna de sus facetas, todo lo que ha sido tiene un ropaje divino, una concepción clara de sus motivaciones hasta la fecha, un ser omnipotente. El verso 14 vuelve a ser una aclamación de ayuda, pero utiliza otras palabras «…vuelve ahora…», denota la pérdida o extravío de la oveja con su balido entrecortado por añoro de su pastor. En este punto no queda más, solamente la misericordia puede hacer el trabajo de tan maravillosa virtud. Un clamor inextinguible sube al cielo, proclamando las promesas de Dios sobre su reino, sobre su linaje escogido, sobre la vid plantada como señal de su poderío.

Asumir las calamidades como parte de Dios no es de extrañar en los salmos. Postergando cualquier duda de solución, si conocemos la causa de nuestro sufrimiento podemos evitar o rechazarlo, por esto el versículo 18 tiene una clave esencial: 

«Así no nos apartaremos de ti; Vida nos darás, e invocaremos tu nombre.» Aunque simple en su estructura, prometo una renovación de la mente y el corazón. No apartarse de Dios es la mejor solución vista desde su perspectiva, ¿por qué? Porque es Él quien da la vida al invocar (aclamar) su nombre por sobre todo nombre en la tierra. Culmina con la mismas oración tan conmovedoras anteriormente mencionadas: 

«¡Haz resplandecer tu rostro y seremos salvos!». En ellas se estremece la muerte de una nación entera. Resplandecer equivale a volver a la vida, ser nuevamente puestos en la línea de la decisión entre sufrir para mal o vivir de acuerdo a lo que Dios designe, allí estamos todos, algunos ya pasan por calamidades de manera arbitraria, pero todavía existe el tiempo (como para este pueblo) en el que podemos elegir si sufrir por nuestras desvíos o empezar a caminar con Dios, dejando que nos pastoree. 

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