explicación del salmo 81

La palabra obstinación no es la mejor para hacer referencia a las ganas de proteger a alguien dejándolo a su merced. Corría el año 1987, David tenía solo 16 años cando decidió juntarse con las pandillas clandestinas de su barrio. Su madre, señora respetada por cada una de las veredas, tomó la firme convicción de apartar a su hijo de aquel horrible mundo delictivo.

Por su parte, David cada día estaba más ensimismado con la idea de llegar a las casas para robar. Cada día el río de su vida era más turbio, tanto así que su madre prefirió dejarlo afuera de la casa, pero su corazón no le permitió pensar en que su niño no tendría donde dormir. Siempre le abría la puerta al final.

Él conociendo la situación, trató de escapar de las deudas, sin embargo ya se veía muy relacionado con estas prácticas, pronto la policía ya sabía su paradero, era cuestión de tiempo para ser llegado a la correccional. Un día como cualquier otro, después de cometer un delito e ir a su casa para descansar, tocó la puerta, una, dos, tres nadie abría. Solo vivían su mamá y él en el techo de zinc. Pasaron las horas, David comenzó a preocuparse hasta que a las 11:00 pm, salió su mamá para decirle:

– Ya no vives en esta casa.

Luchó, gritó, pateó la puerta, pero nada fue suficiente. Mientras su mamá lloraba con cada grito de desesperación de su hijo, David aceptó la realidad. Enfurecido y sin saber a donde ir, fue a casa de sus “amigos”, como es de esperarse, después de 3 días lo estaban despachando.

Al final David tuvo un encuentro con Dios una noche en el porche de un carro, donde le pidió al Todopoderoso de mamá, que si le cumplía tres cosas le cambiaría la vida. Es un testimonio para otro artículo.

El Salmo 81 contiene la “obstinación” de Dios por Israel, al comienzo tiene una denotación muy festiva, lo más seguro sería entonada para la fiesta de los tabernáculos. Con dos voces, una del salmista y la de Dios en su contraparte, su mensaje es claro y preciso, obediencia, lealtad y bendición.

1-5: invitación al culto

Entonad canción de honra y gloria al Dios de Jacob. El júbilo es parte inequívoca de las celebraciones judías, los instrumentos los cuales podríamos comparar hoy con panderetas cuadradas, arpa o liras, más el cuerno de carnero son icónicos de la cultura hebrea. A destacar en el versículo 3, es la idea premeditada del día solemne. Si era la fiesta de los tabernáculos es por la forma de expresión de la festividad en otros pasajes (Neh. 8:14; 1 Rey. 8:2,65), en contraste algunos teólogos asumen la posición de que era la celebración de la pascua, por observación al día de su consumación dentro del calendario ritual.

Indicadas por Dios, estas fiestas no eran para estar tristes o desanimados, en ellas se debía tener un auge de alabanza, se debían estremecer los corazones de los extranjeros al notar como los hebreos tenían una fe sumergida en la confianza plena y segura en su Dios. La alegría ha de ser parte fundamental en los cultos, en ellos hay orden y disciplina, pero no con rostros abarrotados y discordantes al gozo fruto del Espíritu Santo. Las fiestas eran (y para muchos judíos actualmente) un bienestar dados por Yahvé a su pueblo, por encima de un recordatoria religioso, eran los momentos más solmenes para prescindir de la presencia de Elohim.

A partir del versículo cinco comienza una transición histórica al pueblo de Egipto. Se nombra a José posiblemente por ser el primer personaje relevante en la concurrida historia de Egipto con el pueblo de Dios. Es aquí cuando el rumbo del salmo es abruptamente cambiado, no para menos suele ser una costumbre hebraica hacer cambios de personaje y literarios de esta forma

6-16: amonestación divina

¿Recuerdas la historia de David y su mamá? Aquí comienza la misma historia a una escala de Dios-pueblo. El recordatorio para todo ser humano es necesario, algunos anotamos en la nevera los quehaceres del día, los horarios son recordatorios con horas establecidas, recetas de cocinas, guías de programación, tareas escolares, en fin, nuestra memoria con una amplia capacidad de retención, puede jugarnos sucio muchas veces. Por tal motivo, el Señor vuelve a repetirles: “ya no son esclavos, ustedes no sirven ahora a los dioses egipcios” pero, al imaginarnos el presente temporal del pueblo israelita ¿Será que lo habían olvidado? Lamentablemente, sí.

Con palabras casi poéticas se hace referencia a la liberación del pueblo después del ruego incesable cuando Moisés mató al egipcio. Después puede entender una analogía a la columna de fuego que los protegía en noche o bien al pacto realizado en el Monte Sinaí. Culminando en el momento de las aguas dulces de Meriba.  

En este momento cuando viene la represión muchas veces podemos imaginarnos a Dios molesto, tirando rayos por la boca o desechando por completo a sus hijos, hay que destacar siempre que no es así. Es casi un favor sin escrúpulos lo que Dios pide a Israel “Oye, pueblo mío y te protegeré. Israel, si me oyeres…” Esta palabra “oye” contiene una verdad implícita en nuestra vida, podemos tomar la decisión de no oír, de no escuchar, de no querer seguir los pasos de Dios. Escoger por dioses ajenos y postrarnos ante cualquier objeto, persona o corriente de pensamiento. Nuestras elecciones en este punto del salmo tienen consecuencias catastróficas para cualquier vida.

Volvamos a recordar la invitación hecha por Dios. Detente a pensar Israel en Aquél soberano libertador, recuerda tu pacto, permíteme darte la oportunidad de llenar tu boca de bendición, empezando por palabras de verdaderos adoradores.

El verso 11 arremete con la realidad de golpe. Israel no quiso escuchar la voz de Dios, es duro para cualquier padre cuando le dice a su hijo el peligro de ir por ese camino y solo poder observar como va a caer. Así hace Dios, como escribió la educadora White para su libro Patriarcas y Profetas: “Cuando la gente persiste en la rebelión y en la dureza de corazón, Dios permite que siga su camino y sufra el resultado de su elección. El gobierno de Dios se basa en el libre albedrío, pues él no fuerza la voluntad de los individuos. Advierte que la desobediencia lleva a la ruina, pero a nadie impide que escoja lo contrario”.

Es extraño escuchar de parte de Dios: “Lo que pudo haber sido”, sin embargo, es lo que sucede en verso 13, el Señor se lamenta del espantoso presente de su pueblo e incluso siendo Dios, conociendo perfectamente los resultados ¡Los sufre! Nosotros por lo menos podemos rogar a Dios por un cambio personal, de un familiar, de mi mascota, compañero de cuarto y orar por ello, pero ¿A quién le ora Dios por nosotros?

Aunque casi paradójico, solo debe (porque pudiera obligarnos) respetar nuestra decisión. Acongojado por el presente de su pueblo, les deja un poco de lo que sería su actual trascendencia si la obediencia fuese una característica en sus vidas. Su nación sería inmutable y por sobre todo bendecida en gran manera. Sin ser en ningún momento mezquino con su pueblo, les ofrece lo mejor, la mejor miel, el mejor trigo sabiendo lo generoso que es Dios con nosotros ¿Por qué osamos en rechazarlo?

Conclusión

Parece ser dicotómico este Salmo, siendo su inicio una hermosa introducción para la festividad caracterizada por alegría y alabanza, se tuerce en palabras de Dios de amonestación a su pueblo. Es así como el amor divino sobrepasa cualquier rasgo de pecado, no porque lo omita, sino porque lo puede limpiar, llevando paz, seguridad y buenaventura al lugar(persona o nación) que accede a confiar en obediencia sus mandatos. 

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